Este 14 de marzo se cumplen 38 años de lo que se conociera como “el Motín de los Colchones”, y que hoy es reconocida como “La Masacre del Pabellón Séptimo”, donde fueran asesinados (según datos oficiales) 65 presos en la cárcel de Devoto. Quemados, asfixiados y con impactos de bala, pocos sobrevivieron a la masacre que se suscitó esa mañana.

El fuego
Mañana del 14 de marzo de 1978. Son las 8.15 de la mañana. El Pabellón Séptimo, desbordado de presos comunes, con camas apiladas y en condiciones inhumanas, se transforma en el escenario de una masacre. Los presos comunes alojados allí son despertados por custodios, a los gritos, golpeados y arrastrados. “Requisa!”, afirmaban entre ellos. Los golpes se transformaron en disparos, y los presos eran amontonados hacia el fondo del pabellón. Para evitar las balas, los detenidos levantan sus colchones de poliuretano contra las rejas para cortar la visibilidad de los efectivos y evitar las balas a través de las rejas.

Hugo Cardozo, uno de los sobrevivientes detenidos en Devoto, relató que el incidente se inició durante una requisa de rutina que fue inusualmente violenta: «Esta vez era más cantidad de personal que de costumbre. Nos hicieron lo mismo pero más áspero: nos golpearon. Estaban con diferentes uniformes y con garrotes. Los golpes no paraban y nos defendimos como pudimos, hasta que se fueron corriendo y quedamos solos en el pabellón.»

Según su testimonio, dos guardias empezaron a disparar gases y tiros con ametralladoras. Los reclusos trataron de encerrarse, tapando la entrada al pabellón con camas y colchones.

«Seguían disparando y tirábamos lo que teníamos a mano: papas, pilas. Y de pronto veo que detrás de mí pasa un calentador que golpea en la pila de colchones. Los que disparaban volcaron un tanque de kerosene, la lengua de fuego llegó al piso y ahí empezó el infierno.

El calor era infernal y nos faltaba el aire. Me colgué de una ventana para respirar algo de aire puro y los veo disparar ahí también. La piel se nos ampollaba y veía a mis compañeros caer. Agarré una toalla mojada, me tapé la cabeza y me tiré al piso. Desperté a las dos horas y ya no había fuego. Mis compañeros estaban cocinados.»
Tras el hecho, los sobrevivientes fueron encerrados en un calabozo dónde continuaron siendo agredidos.

«Un cordón de uniformados que te pegaban con todo lo que tenían. Yo salí corriendo. Tenía que atravesar esos tres pisos; un pasillo de baldosas. Te resbalabas en los jugos de las ampollas reventadas a golpes de otros que pasaron antes. Algunos quedaban allí en el camino.»

En cuanto a que entre el personal policial sólo hubo heridos leves, uno de ellos con magulladuras en sus dos manos, Cardozo sostuvo:
«Se lastimaron de tanto golpearnos. Eso no fue un motín: no éramos unos locos que nos prendimos fuego como se dijo.»

Otra causa de lesa humanidad
El 15 de Agosto de 2014 la Sala I de la Cámara Federal confirmó la posición de la querella acerca del carácter de crimen contra la humanidad de la Masacre en el Pabellón Séptimo.

Dicho carácter de Lesa Humanidad fue negado en principio por el juez federal de 1ra. Instancia, Daniel Rafecas. Pero tras una presentación de apelación, la Sala I de la Cámara Federal resolvió dar lugar al pedido de la querella por la causa de la Masacre del Pabellón Séptimo.

Entre los acusados están el Prefecto Juan Carlos Ruiz, Director de la Unidad 2 (Cárcel de Devoto); el coronel Jorge Antonio Dotti; el Jefe de Seguridad Interna, Alcaide Mayor Horacio Galíndez; el Segundo Jefe de Seguridad Externa, Subalcaide Víctor Dinamarca; el Jefe de Requisa, Alcaide Carlos Aníbal Sauvage; los Jefes de Turno, Subalcaides Antonio Bienvenido Olmedo y León Oscar Guinnard; el Subprefecto Armando Raimundo Gómez, Subdirector de la Unidad 2 e Instructor de la causa; y el Secretario de dicha instrucción, Juan Antonio Rossi.

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