La Argentina viene teniendo resultados muy importantes en el control de la pandemia de COVID-19, que en el mundo lleva más de medio millón de muertes declaradas.

La acción coordinada de los diferentes órganos y niveles del Estado junto al de las organizaciones sociales, sosteniendo solidariamente las necesidades de millones de personas, para facilitar que puedan quedarse en casa, viene reduciendo mucho el daño en enfermedad y en vidas humanas.

Aunque esa pelea aún se encuentra lejos de ser victoriosa, en algunas regiones se vuelve a una actividad generalizada que quedará muy lejos de la que se registraba antes del este flagelo.

En todas las provincias y ciudades que se encuentran en fase 5, las consecuencias económicas y sociales que provocó el Coronavirus no desaparecen. Lejos de eso, se van a mantener mucho tiempo por condiciones estructurales y porque algunas actividades (turismo, gastronomía) no se van a reiniciar tan rápidamente.

En este contexto, la decisión de poner en marcha en menos de un mes el Ingreso Familiar de Emergencia para casi 9.000.000 de personas en el país, cobijó a todes les que no podían salir a trabajar. Pero si no se mantiene en el tiempo, los resultados sociales serán muy graves.

La CTA tiene historia construida en el planteo de políticas sociales universales tal como fue el Seguro de Empleo y Formación que reclamamos en los 90 y la concretada AUH.

Para el tiempo que viene, algunos sectores tienen que poner más para que el Estado garantice a cada trabajador y trabajadora una Renta Básica o Ingreso Ciudadano que le permita acceder a los bienes necesarios.
Al mismo tiempo eso fortalece un mercado interno que favorezca la puesta en marcha de toda la economía ya que su percepción debe estar ligada al trabajo y la producción.

El Frente Barrial CTA inicia una fuerte campaña para hacer visible esta necesidad, porque, ya se dijo, “donde hay una necesidad, hay un derecho”.