La CTA Provincia de Buenos Aires acompaña a la Asociación Madres de Plaza de Mayo y lamenta el fallecimiento de nuestra querida compañera Josefina de Paludi.
Las personas que luchan hasta el último día de su vida, como Josefina, viven en el recuerdo permanente de su pueblo.
¡Hasta la victoria, siempre, querida Josefina!

Josefina ¿Te acordás el primer día que fuiste a la Plaza?
Me encontré a una madre, cuando iba al Comando N°1, que me dijo: “¿Por qué no venís mañana que van a sacar una solicitada en La Nación y hay que pagar algo, por supuesto?”. Entonces fui, y de ahí empecé. A Hebe la vi en la Iglesia de la Santa Cruz y cuando la conocí me llegó, me sentí bien, decía todo lo que hubiera querido decir yo. Yo soy de poco expresar. Y ella decía lo que sentíamos todas las Madres. Después encontré una Madre en mi barrio, ella trabajaba
cerca de la casa de gobierno, iba a la Plaza y después se iba. Yo me acompañaba con ella. Poco a poco conocí a otras Madres, conocí a Elsa y me sentí más cerca de ellas y ahí empecé a estar, hasta que dije: yo acá voy a venir hasta que las piernas me den.
En esa época en el pañuelo teníamos bordado el nombre del hijo, todavía lo tengo guardado.
Y cuando empecé a ir a la Plaza me emocioné. A mi hija yo le cuento todo, tengo un hijo también, pero con ella hablo más. Ella estaba chocha porque yo tenía adónde ir. Me sentía mejor, me sentí mejor unida a las Madres.

¿Quién te falta, Josefina?
Mi hijo mayor, Osvaldo Cayetano Paludi. Era abogado, tenía 10 años de profesión. Tenía su estudio en la calle Montevideo y Lavalle. Una mañana, él estaba casado, me tocó el portero a la noche la esposa de él y me dijo: “Josefina, se llevaron a Osvaldo”. Eso fue terrible, terrible. Me descompuse. Y enseguida hicimos un Habeas Corpus que me acuerdo que lo hizo el Dr. Barcesat, pero lo firmé yo. Y después no tenía respuesta. Tengo todos los nombres de los jueces que nos atendían.
Y conocí a Hebe y me sentí tan bien con ella, hasta el día de hoy. Y gracias a esto es que una sobrevive, me parece mentira la edad que tengo, 91 años y sigo viviendo. La verdad, porque en mi familia nadie llegó a esta edad, todos han fallecido. Quizás sea él que me da fuerza para que siga luchando.

Fuente: http://www.madres.org/documentos/doc20120515160737.pdf Abril de 2012

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